9 may 2012

ME CAGO EN LOS ESTANDARTES


Decime vende patria, cipayo, lameculo, usa todas esas palabras que solo recuerdo de la época de Rosas y Perón. No me interesa.



A raíz de una foto que circuló vertiginosamente por las redes sociales en la cual una chica se mostraba quemando una remera británica alegando que los ‘’padres le habían enseñado a respetar a su país’’, se abrió la polémica, pobre, devaluada, pero polémica al fin, sobre el patriotismo argentino. Con el asunto de Malvinas latente a raíz de las últimas decisiones del gobierno argentino y algunas declaraciones del primer ministro británico, la sociedad facebookera se unió a la moda de pegarle a los ingleses por todos lados. Los hubo quienes compartieron la foto en cuestión, celebrando  la actitud de la chica y felicitándola por su patriotismo. Otros, entre los que me encuentro, nos dedicamos enfáticamente a denostar una actitud que, particularmente, considero nefasta. Y esto es porque a mí, decime lo que quieras, pero yo me cago en los estandartes.

Los himnos, insignias, escudos, y demás fueron adoptados en el pasado como símbolos de identidad de un estado naciente que aun no se había convertido en patria y nación. En nuestro país, aprendimos el himno, los colores de nuestra bandera, aprendimos que las Malvinas son argentinas, y Maradona el mejor jugador del mundo. Eso forjó nuestra identidad. Nadie nos dijo que la bandera tenía los mismos colores que la casa real de la monarquía decadente  que supo ser la metrópoli que administraba nuestros destinos. Nadie nos dijo que el himno está considerablemente recortado, nadie nos habló de la Guerra del Paraguay tanto como de Malvinas. Pero aun así, nos dieron una identidad. Esa identidad es la que ahora, hemos de defender acaso quemando otros estandartes, para demostrar que respetamos el nuestro.

 

 Los estandartes, en el 2012, en un mundo hiperglobalizado, y fundamentalmente en un país multicultural como el nuestro, casi carecen de valor alguno. De modo tal que no me canso de decir, que me chupan un huevo. Tengo sangre italiana por parte paterna y paraguaya de parte materna. Nací en Munro y hablo inglés. No tomo mate ni bailo tango y escucho Oasis y La Bersuit. ¿De qué identidad me hablan los descendientes de inmigrantes italianos, españoles, alemanes?.


 El otro día leí por ahí que ‘’No hay bandera lo suficientemente larga como para cubrir la vergüenza de haber matado gente inocente’’. Hay tantos estandartes pintados con sangre y petróleo. Ustedes saben a lo que me refiero. Respetar tu bandera quemando otra es como respetar a tu vieja escupiéndole a la madre de un amigo.



Respetar a tu país no pasa por un pedazo de trapo, no pasa por el odio al otro, no pasa por el resentimiento, la venganza ni el rencor. Respetar a tu país, pasa por informarte, por educarte, por interesarte, por votar con conciencia, por estudiar y por pensar. Si quieren hacer la diferencia, si quieren cambiar algo, piensen. No sean pelotudos. Estoy cansado de ver tanta impunidad en comentarios de pendejos que en su vida agarraron un libro de historia y te discuten de política. Eso no es patriotismo, es nacionalismo, es chauvinismo, y no huele a patria, huele a sangre. No me hables de identidad, no me hables de respeto ni patriotismo si no conoces la historia de tu propio país.


 El hecho de usar un trapo no debería significar más que eso. Me preguntaba el otro día si puedo usar una remera de España, por el tema ese de la masacre a los pueblos originarios durante la conquista, o por las batallas por la independencia, o por el hecho de que durante los últimos 3 años, un 30 % de nuestros compatriotas fueron deportados, porque nos consideran ratas del subdesarrollo, sudacas nazis y piojosos. O si puedo usar una remera de EEUU, porque, si bien es una de las banderas mas ensangrentadas del mundo, es sangre que no es argentina, así que supongo que estará bien, porque nuestros muertos valen más que otros. Finalmente me preguntaba si un paraguayo puede usar una remera de Messi, un argentino, compatriota de aquellos que en la guerra del Paraguay aniquilaron casi la totalidad de la población masculina del país vecino, y laceraron para siempre su economía y su desarrollo endógeno. La respuesta que me doy es que si. Se puede. Yo tengo mis banderas, que no son estandartes, mis banderas no se cuelgan, no se izan, no se palpan. Mis banderas son mis ideas, y las flameo cada día de mi vida como un símbolo de lo que represento, de lo que soy. Las banderas del respeto, de la igualdad y de la dignidad del hombre, banderas que no se quemarán jamás.


Hoy levanto mi bandera, la del respeto por el otro, y el respeto por sus banderas.

Y si no te gusta cómo me queda, debe ser porque a vos, seguramente te queda muy grande.

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