Decime vende patria, cipayo, lameculo, usa todas esas
palabras que solo recuerdo de la época de Rosas y Perón. No me interesa.
A raíz de una foto que circuló vertiginosamente por las
redes sociales en la cual una chica se mostraba quemando una remera británica
alegando que los ‘’padres le habían enseñado a respetar a su país’’, se abrió
la polémica, pobre, devaluada, pero polémica al fin, sobre el patriotismo
argentino. Con el asunto de Malvinas latente a raíz de las últimas decisiones
del gobierno argentino y algunas declaraciones del primer ministro británico,
la sociedad facebookera se unió a la moda de pegarle a los ingleses por todos
lados. Los hubo quienes compartieron la foto en cuestión, celebrando la actitud de la chica y felicitándola por su
patriotismo. Otros, entre los que me encuentro, nos dedicamos enfáticamente a
denostar una actitud que, particularmente, considero nefasta. Y esto es porque
a mí, decime lo que quieras, pero yo me cago en los estandartes.
Los himnos, insignias, escudos, y demás fueron adoptados en
el pasado como símbolos de identidad de un estado naciente que aun no se había
convertido en patria y nación. En nuestro país, aprendimos el himno, los
colores de nuestra bandera, aprendimos que las Malvinas son argentinas, y
Maradona el mejor jugador del mundo. Eso forjó nuestra identidad. Nadie nos
dijo que la bandera tenía los mismos colores que la casa real de la monarquía
decadente que supo ser la metrópoli que
administraba nuestros destinos. Nadie nos dijo que el himno está
considerablemente recortado, nadie nos habló de la Guerra del Paraguay tanto
como de Malvinas. Pero aun así, nos dieron una identidad. Esa identidad es la
que ahora, hemos de defender acaso quemando otros estandartes, para demostrar
que respetamos el nuestro.
Los estandartes, en el 2012, en un mundo hiperglobalizado, y
fundamentalmente en un país multicultural como el nuestro, casi carecen de
valor alguno. De modo tal que no me canso de decir, que me chupan un huevo.
Tengo sangre italiana por parte paterna y paraguaya de parte materna. Nací en
Munro y hablo inglés. No tomo mate ni bailo tango y escucho Oasis y La Bersuit.
¿De qué identidad me hablan los descendientes de inmigrantes italianos,
españoles, alemanes?.
El otro día leí por ahí que ‘’No hay bandera lo
suficientemente larga como para cubrir la vergüenza de haber matado gente
inocente’’. Hay tantos estandartes pintados con sangre y petróleo. Ustedes
saben a lo que me refiero. Respetar tu bandera quemando otra es como respetar a
tu vieja escupiéndole a la madre de un amigo.
Respetar a tu país no pasa por un pedazo de trapo, no pasa
por el odio al otro, no pasa por el resentimiento, la venganza ni el rencor.
Respetar a tu país, pasa por informarte, por educarte, por interesarte, por
votar con conciencia, por estudiar y por pensar. Si quieren hacer la
diferencia, si quieren cambiar algo, piensen. No sean pelotudos. Estoy cansado
de ver tanta impunidad en comentarios de pendejos que en su vida agarraron un
libro de historia y te discuten de política. Eso no es patriotismo, es
nacionalismo, es chauvinismo, y no huele a patria, huele a sangre. No me hables
de identidad, no me hables de respeto ni patriotismo si no conoces la historia
de tu propio país.
El hecho de usar un trapo no debería significar más que eso.
Me preguntaba el otro día si puedo usar una remera de España, por el tema ese
de la masacre a los pueblos originarios durante la conquista, o por las
batallas por la independencia, o por el hecho de que durante los últimos 3
años, un 30 % de nuestros compatriotas fueron deportados, porque nos consideran
ratas del subdesarrollo, sudacas nazis y piojosos. O si puedo usar una remera
de EEUU, porque, si bien es una de las banderas mas ensangrentadas del mundo,
es sangre que no es argentina, así que supongo que estará bien, porque nuestros
muertos valen más que otros. Finalmente me preguntaba si un paraguayo puede
usar una remera de Messi, un argentino, compatriota de aquellos que en la
guerra del Paraguay aniquilaron casi la totalidad de la población masculina del
país vecino, y laceraron para siempre su economía y su desarrollo endógeno. La
respuesta que me doy es que si. Se puede. Yo tengo mis banderas, que no son
estandartes, mis banderas no se cuelgan, no se izan, no se palpan. Mis banderas
son mis ideas, y las flameo cada día de mi vida como un símbolo de lo que
represento, de lo que soy. Las banderas del respeto, de la igualdad y de la
dignidad del hombre, banderas que no se quemarán jamás.
Hoy levanto mi bandera, la del respeto por el otro, y el
respeto por sus banderas.
Y si no te gusta cómo me queda, debe ser porque a vos,
seguramente te queda muy grande.
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