VEZ PRIMERA

Esa noche en que la vida devino en ensueño y la metamorfosis del deseo se proyectó en un café del barrio del abasto, la besé por vez primera. Tanteando respuestas o actos reflejos, desafiando a la impuntualidad y al pulso motriz. Desde su frente, maniobrando sobre la punta fría de su nariz, salteando con verguenza su boca y posándome en su mentón para probar y sentir su miedo, su indecisión, su piel tambaleante de sensaciones. Fué un íntimo desencuentro de labios tumultuosos, palpitantes y confusos. La maravilla universal de un beso anestésico en el medio de una noche de cristal.